Esta es mi historia.

Desde que tengo memoria, siempre quise ser actriz. De pequeña me fascinaba imaginarme en distintos mundos y personajes. Ese sueño fue creciendo conmigo, y con los años supe que no había otro camino que me llenara tanto como la actuación.

Me formé en la Escuela del Actor de Valencia, donde me licencié en Arte Dramático. Allí descubrí que el escenario era un lugar mágico donde podía ser cualquier cosa. Un año más tarde, tuve la suerte de formarme con Marcelo Díaz en interpretación teatral, donde realmente comencé a encontrar mi voz y a explorar mis emociones encima de un escenario. Luego, en el Laboratorio de Valencia, tomé clases de interpretación frente a la cámara con Silvia Macip durante tres años, aprendiendo a trabajar en detalle con las sutilezas del cine.

En mi carrera he tenido la suerte de interpretar personajes muy diversos, desde la intrigante Carlota en «Baile de Ilusiones», bajo la dirección de Marcelo Díaz, hasta la poderosa diosa Átropos en «Erótica», una obra completamente en poesía dirigida por Silvia Macip. También me enfrenté a personajes abstractos y más experimentales en «Big Crash» de Yevgeni Mayorga, que me hicieron crecer como actriz y me retaron a ir más allá de lo que conocía.

Desde hace 13 años formo parte de la Compañía Xana Teatre, donde he podido dar vida a papeles tan hermosos como el de Visanteta en «El Virgo la Visanteta» y Amapola en «Guerra» entre otros. Sin embargo, la vida a veces te hace pausar esos sueños que llevas dentro. La maternidad se convirtió en mi prioridad durante un tiempo, y aunque mi carrera quedó en segundo plano, el amor por la actuación nunca dejó de latir en mi corazón.

Ahora, después de esa etapa, vuelvo con más fuerza que nunca, con las ganas intactas de contar historias, de emocionar, de reír y llorar en el escenario o frente a una cámara. Aunque me encanta la comedia y lo divertida que puede ser, confieso que el drama siempre ha sido mi terreno natural, me sale solo. Me he dado cuenta de que cada obstáculo que aparece en mi vida, es solo una oportunidad disfrazada de reto, y eso me impulsa a seguir adelante.

Actuar es lo que me llena el alma, es mi manera de conectar con los demás y con mis propios sueños. Y ahora, más que nunca, estoy lista para seguir caminando por este sendero, agradecida por todo lo que he vivido y por todo lo que aún está por venir.